Casi podemos verlos, salpicados de azufre, polinizados por los olivos y por el polvo de la tierra ligera de los caminos. Y en algún caso, podemos incluso oír el rumor de los cotilleos en la proximidad de una fuente. He tratado de reproducir sus voces con la máxima fidelidad. Quería que los relatos no perdieran fuerza por el camino, quería mantener en lo posible la manera de expresarse de cada uno de ellos. Y sin duda, he tratado de hacer lo mismo con la voz de Badía, con su forma de mirar de frente, su manera franca y respetuosa de acoger, sus honestas reflexiones. Ella es con toda claridad uno de los personajes, protagoniza los relatos junto a los otros, su voz se enlaza con la de ellos como una trenza vigorosa a lo largo de los relatos. Badía ilumina sus voces porque los acepta tal como son.
«Sus consejos venían de un hombre sabio, un hombre sincero, y por esa razón los he guardado como un diamante:
—Debes acercarte a la gente sonriendo —me informaba como una revelación, como una primicia—, sin prisas, siempre elegante dentro de la sencillez. Habla siempre con suavidad, las palabras rápidas se enredan en la mente de los que sufren. Cuando una pena está invadiendo un alma, la mente sólo puede descifrar las palabras pausadas. Has de ser siempre paciente, con el fin de dar mejor acogida.»
Autoras
Puedo deciros que soy mujer, sesenta y pocos, pediatra, que he publicado poemas y relatos diversos, en catalán y en castellano y que desde hace muchos años mis intereses y mi dedicación profesional se han centrado en los problemas de salud relacionados con la inmigración. Quiero agradecer la confianza que me han mostrado las personas que se han acercado a mí estos años, ya que siempre desde la humildad, han ampliado generosamente mi punto de mira, ubicado al principio justo en el ombligo. Ahora veo con más claridad.
Anna
Soy Badía, mujer y madre de dos hijos. El destino me ha traído hasta aquí. He conseguido títulos universitarios en Marruecos y en Cataluña, he sido coautora de Contes de tots colors y de algunos libros sobre la mujer marroquí. Y soy mediadora, mediadora y también educadora. He nacido y he vivido en la diversidad, y me gusta. Por todo eso soy lo que soy, y avanzo respirando el aire de los que están a mi alrededor, lo necesito. Mastico mis propias piedras sin mostrarlas, entre otras cosas porque no tengo tiempo para ello.
Badia
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